No hay nada peor en el mundo que pisar accidentalmente la cola de tu gato o tropezarse con el perro. A pesar de que ya deberían saber que acostarse en el medio del piso de la sala de estar u otras áreas muy transitadas siempre termina mal para todos los involucrados.
Y aunque saben que no lo hiciste a propósito, una disculpa, preferiblemente seguida de una golosina, ayuda mucho a arreglar las cosas. Pero Ralphie no quiere una disculpa inmediata. No estamos seguros de lo que hizo su dueña, Bee, pero sea lo que sea, tiene que convencerlo y halagarlo.
“Oye, ¿qué pasa? ¿Estás enfadado conmigo?”, pregunta.
Mira fijamente hacia delante, como si un pedacito de él acabara de morir. Después de varios largos momentos, echa una fría y rencorosa mirada por encima de su hombro.
“¿Te he hecho algo?”, ella persiste. “¿Por qué me miras así?”.
“No me vengas con esas. Sabes exactamente lo que hiciste. Y será mejor que te disculpes”.
“¿Ralphie? ¿Estás enfadado conmigo? ¿Ni siquiera vas a mirarme? ¿Ni siquiera vas a mirarme?”.
“¡Lo siento! ¡Lo siento!”.
¡Así me gusta más! Finalmente encuentra en su gran y peludo corazón perdonarla solo esta vez y se agacha en su regazo, luego le besa la cara…
La familia introdujo a Ralphie en su familia hace varios años, seguido por su hermano, otro cachorro llamado Boss.
Mira al testarudo perrito ignorar a su dueña hasta que se disculpa…

Fuente de video: raisingFISHERmen / Youtube.
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