Redacción BLes – La tercera de tres hermanas de una familia celebró su centenario después de que sus dos hermanas mayores alcanzaran esa edad hace apenas unos años.

Julia Kopriva, la hermana mayor, celebró su 104 cumpleaños el 5 de noviembre, seguida de la menor, Frances Kompus, que cumplió 100 años el 11 de noviembre. Lucy Pochop, la hermana mediana, celebró su 102 cumpleaños el 11 de junio, informó Newsner.

Las hermanas han vivido muy cerca unas de otras. Lucy y Julia vivían solas en apartamentos puerta con puerta, a pocas manzanas de la ubicación de Frances.

Todas se han convertido en abuelas y viudas, las hermanas vivieron su infancia en una granja del pequeño pueblo de los Beardsley, en Kansas.

Han vivido juntas las penurias, “solían ir andando a la escuela”, aunque la distancia era de “una milla y tres cuartos”.

“Era una larga caminata”, dijo Lucy.

En su memoria, la Gran Depresión y el Dust Bowl parecen haber sido tiempos aún más duros, informó Newsner.

“A veces cuando oscurecía los maestros llamaban a los padres para que vinieran a buscarnos a la escuela. Por ese entonces teníamos casas viejas, y en el fondo, mi madre siempre ponía toallas húmedas para que la suciedad no fuera tan mala para entrar”, dijo Julia.

Suponían que a la generación más joven probablemente le costaba creer lo que habían sufrido.

“Hoy trabajamos, pero en aquellos tiempos lo hacíamos más”, recordaban.

Tenían que llevar gasolina, en bidones de 20 litros, a su padre que trabajaba en el campo, eran momentos difíciles. Pero les quedaba tiempo para atrapar ranas en el arroyo en el camino de regreso a casa.

Su padre había trabajado la granja él mismo, sin ayuda de los tractores modernos, y falleció a la edad de 98 años.

Las hermanas compararon la vida actual con la pasada, sin Internet ni lujos modernos.

“Tenemos frigoríficos y congeladores. En aquella época no teníamos eso”, relata Lucy.

Pasar por días difíciles no ha hecho que las hermanas pierdan el respeto por su familia o la fe por su larga vida, e incluso por la buena comida que tuvieron la suerte de disfrutar.

“Siempre teníamos pan casero, sólo patatas, y salsa y carne. Con aquellas cocinas, era difícil hornear. La temperatura era difícil de mantener. Aunque no saliera bien, lo comíamos igual”, se ríe Julia.

“Estoy agradecida de que las chicas estemos siempre juntas, de mis padres y de mi fe”, dijo.

Tomar la fe como primera prioridad, estar agradecida por la familia y “caminar mucho” son los consejos que envían a las generaciones más jóvenes desde su preciosa experiencia.

Jade Smith – BLes.com

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