Nicolás Maduro viajó a Cuba a homenajear a Fidel Castros mientras su régimen confisca y persigue a opositores electos el domingo
A menos de una semana de Nicolás Maduro llamar a acatar “los resultados emanados de la soberanía popular y emitidos oficial y legalmente por el Consejo Nacional Electoral” arremete desde Cuba en contra de quienes derrotaron a sus candidatos en las votaciones del pasado domingo. Unos comicios altamente cuestionados en los que la oposición señalada de cohabitar con el régimen aceptó participar pese a conocer de antemano la forma de actuar del chavismo.
Allá, en el barrio Vedado de La Habana, apareció sin previo aviso para participar junto al dictador cubano, Miguel Díaz-Canel, en el acto central del homenaje programado por el quinto aniversario de la muerte de Fidel Castro.
Allá, en el barrio Vedado de La Habana, apareció sin previo aviso para participar junto al dictador cubano, Miguel Díaz-Canel, en el acto central del homenaje programado por el quinto aniversario de la muerte de Fidel Castro.
Maduro mintió una vez más. Su discurso de junio en el que prometió que gobernaría quien ganara se hunde con sus medidas autoritarias que desconocen, en el caso de Rosales, no sólo que obtuvo el 56, 9 % de los votos sino que le corresponde administrar estos tributos.
A este ritmo, una designación eventual de un “protector” chavista –figura que también juró erradicar– no sorprendería, tomando en cuenta que lo vociferó con la presión de la visita de una comisión de la Unión Europea a mediados de año, cuando añoraba que la jornada electoral tuviera legitimidad. El tiempo ya pasó y ahora muestra sus verdaderas intenciones.
Una escapada con incertidumbre
La escapada de Nicolás Maduro coincide con la incertidumbre sobre los resultados de las elecciones en el estado Barinas. Pese a que ha pasado casi una semana, aún no se ha anunciado el ganador en la tierra natal del fallecido Hugo Chávez.
El plazo de la Juntas Regional y Municipal para publicar el boletín final caducó y ahora recae en la Junta Nacional Electoral.
El candidato opositor, Freddy Superlano, asegura que obtuvo la victoria en medio del silencio institucional y la militarización del estado. Si así fuera, significaría que Argenis Chávez, actual gobernador y hermano de Chávez, perdió su reelección y el régimen sería destronado dos décadas después en la cuna de la revolución.
Todavía falta por escrutar el 10 % de los sufragios y la diferencia entre ambos es de solo 673 votos.
Arbitrariedades en avance
Pero el régimen de Maduro también suma el arrestó del alcalde electo en el municipio Canagua, en el estado Mérida, Omar Fernández, tras el Ministerio Público haberlo acusado de un presunto ataque a una emisora comunitaria de esa población.
El Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) lo dejó en libertad horas después, pero la persecución queda como evidencia de que “lo que pasa es realmente inaudito”, asegura Lawrence Castro, diputado a la Asamblea Nacional por el estado Mérida.
Ni tanto. Las organizaciones que aceptaron competir en la farsa electoral de Maduro por sólo un par de concesiones –que quedaron en palabras– entienden –o deberían entender– que el chavismo no ha menguado su despotismo.
Las tres dosis –Rosales, Barinas y Hernández– son una muestra a cortísimo plazo para comenzar a pensar en cómo utilizarán los dos primeros trimestres del próximo año para recomponerse como bloque opositor.
Ya hay un ala que desconfía del camino electoral para desalojar al chavismo ante la claridad de que Maduro no se prestará para unos comicios con todas las garantías democráticas ni aceptará una derrota. Confía en la investigación de la Corte Penal Internacional contra Maduro por crímenes de lesa humanidad y las detenciones de Álex Saab y el Hugo el ‘Pollo’ Carvajal, dos operadores del chavismo, para desestabilizar al régimen.
Sin embargo, también están aquellos que negociarán con la dictadura hasta 2024, fecha de las próximas elecciones presidenciales.
Un espejo
Sabiendo que mantiene el control sobre Venezuela, Maduro abraza al comunismo castrista pero en la isla se juegan otras cosas. El régimen cubano aprovecha los múltiples homenajes en memoria de su «comandante invicto» para intentar trasladar a Díaz-Canel lo que queda de popularidad del mítico guerrillero. Reportajes de cuándo ambos se conocieron, de los años de lucha conjunta y de su ejemplo en su actual acción política copan los medios.
«Fidel vive a cinco años de su tránsito a la eternidad», subrayó Maduro para asegurar más tarde que «se ha multiplicado miles de veces en nuevas generaciones de revolucionarios».
Pero esta es “una afirmación que ya no se sustenta en la isla. El desapego y las ansias de cambio político, social y económico definen a las generaciones más jóvenes, que encabezaron el estallido social de julio y que todavía hoy desafían al castrismo pese al plan de terror que mantienen fuerzas policiales, militares y las temidas brigadas de choque”, asegura El Mundo. Y ese es un buen espejo para Maduro.
Gabriela Moreno – Panampost.com