Practicar la tolerancia es muy importante, aunque no es tan fácil hacerlo como decirlo. Ser tolerante es más que “morderse la lengua y aguantar”, es desarrollar un estado en el que se piensa en el otro, antes que en uno mismo.

Trasladándolo a un ejemplo concreto y sencillo, imaginemos este caso corriente: vas caminando por la calle y te topas con otra persona. Si en ese momento tu reacción es contender, acusar al otro y decir: “¡¿Por qué no te fijas por dónde caminas?!”, seguramente la otra persona reaccionará a la defensiva y se iniciará una discusión, quizás con insultos, palpitaciones en el corazón u otras manifestaciones en el cuerpo.

En cambio, independientemente de quien haya tenido la culpa, puedes intentar este ejercicio: dile a la otra persona: “disculpa, fue mi distracción, ¿te encuentras bien?”.

En este caso el resultado será totalmente diferente, mientras se descomprime la situación, el otro involucrado seguramente aceptará tus disculpas, incluso quizás hasta se disculpe también.

Así quedarás muy tranquilo y podrás seguir tu día con buena energía y positivismo, lo que impactará también en tu salud y longevidad. “Es mejor dar marcha atrás un poco y mantenerse calmo y en paz”, dijo el sabio Confucio.

Ser tolerantes y no contender puede ayudarte a evitar enfermedades, canas y stress ¿no te parece?

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