Mencio, que en chino es conocido como Meng Zi (372 a.C. — 289 a.C.), fue un famoso pensador y educador chino. Se dice que fue discípulo del nieto de Confucio, Zisi, quien, al igual que su abuelo, viajó durante 40 años dando consejos a los líderes del imperio. Meng Zi pasó a la historia como el más eminente seguidor del Confucianismo.
A pesar de haber tenido tan destacado maestro en la historia china se considera que la base moral de Meng Zi se debió principalmente a la sabiduría de su madre.
Hay una historia sobre las tres mudanzas de la madre de Meng Zi que los chicos aprenden en las escuelas de Taiwán y aprendían en China antes de la llegada del comunismo. La compartimos aquí con nuestros lectores.
Meng Zi nació en la ciudad de Zoucheng en la provincia de Shandong. Perdió a su padre cuando tenía 3 años y fue criado por su madre en extrema pobreza. Frente a la casa de campo donde nació había un cementerio, por lo que frecuentemente se veían pasar cortejos fúnebres. El pequeño Meng Zi jugaba a imitar al cortejo fúnebre, llorando y lamentándose por el muerto. Pero su madre pensó que ese tipo de juego no era saludable ni beneficioso para un niño, así que preocupada, se mudó a la ciudad.
La casa a la que se mudaron estaba ubicada en el centro de la ciudad, en la zona del mercado; así que se escuchaban constantemente las negociaciones de los vendedores y los chillidos de los chanchos cuando los sacrificaban. Meng Zi y su grupo de amigos jugaban a ser vendedores y a hacer el mejor negocio; también presenciaban diariamente la matanza de chanchos.
La madre de Meng Zi sintió otra vez que ese no era un ambiente adecuado para su hijo, porque además le impedía concentrarse en el estudio, así que decidió mudarse nuevamente. Esta vez, se mudó enfrente de la escuela imperial. Meng Zi todavía no tenía edad para entrar en la escuela, pero le gustaba observar las clases desde su ventana. Su madre finalmente sintió que había encontrado un ambiente adecuado para criar a su hijo, y se puso feliz al ver que Meng Zi pasaba los días imitando a los estudiantes, leyendo un libro, escribiendo, etc. Además, cada Año Nuevo llegaban funcionarios para hacer una ceremonia de reverencia; Meng Zi comenzó a imitarlos y así aprendió buenas costumbres. Su madre sintió que había encontrado un hogar permanente.
Imagen ilustrativa
Pero la madre de Meng Zi era una mujer sabia, y se daba cuenta de que tan solo dejar que su hijo imitara a los estudiantes no alcanzaría para convertirlo en un ser humano íntegro y de alta moral.
Ya en la escuela, un día Meng Zi se escapó de clases y fue a su casa temprano para jugar. Al verlo, su madre tomó una tijera, cortó un pedazo de tela que estaba tejiendo en el telar y le dijo: “El principio de tener una buena educación es igual a hacer un tejido: se necesita trabajar hilo tras hilo para formar un buen pedazo de tela. Tú debes hacer lo mismo con tu estudio, trabajar constante y diligentemente, y el resultado se verá con la acumulación de tu esfuerzo. Con tu actitud, ¿cómo vas a lograr convertirte en una persona educada?”
Meng Zi se sintió muy avergonzado con las palabras de su madre y tomó la determinación de ser diligente en su educación. Así fue que se convirtió en un hombre de gran sabiduría y alta moral.
Esta historia es emblemática en la cultura tradicional china, tanto para los niños como para los padres. La madre de Meng Zi prestó especial atención al ambiente en el que crecía su hijo, evitando de esta manera que adquiriera hábitos y comportamientos negativos. La sabiduría de la madre al resguardar a su hijo de las malas influencias jugó un rol fundamental para que luego Meng Zi creciera hasta convertirse en un hombre inteligente y recto.
Un niño es como una hoja en blanco que quedará marcada con todo a lo que está expuesta. Hoy en día, las nuevas tecnologías exponen a los niños a todo tipo de estímulos, la mayoría de los cuales tienen impactos negativos sobre ellos al promover la violencia, la competencia y la lujuria desde pequeños. La historia de las tres mudanzas de la madre de Meng Zi enseña que el ambiente en el hogar y el ejemplo de los mayores forman la base sobre la que se formará una persona. Ella no se enfocaba en comprarle juguetes o consentir sus gustos, sino que se esforzó por brindarle un ambiente recto y buenos ejemplos. Al final, del mismo modo que un buen tejido, el resultado fue sólido y útil.
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