Redacción BLes– El sistema solar TRAPPIST-1 tiene siete planetas del tamaño de la Tierra, de los cuales al menos tres podrían ser potencialmente habitables. Sin embargo, los astrónomos descubrieron que el sistema no fue bombardeado por rocas como la Tierra primitiva.

Según Live Science, TRAPPIST-1 se encuentra a unos 40 años luz del Sol, en la constelación de Acuario. Es una enana roja, el tipo más común en la Vía Láctea.

Un nuevo estudio sugiere que la forma en que orbitan los planetas de TRAPPIST-1 podría revelar pistas sobre su evolución y sobre si las rocas espaciales se estrellaron frecuentemente contra ellos a lo largo de los años.

Los planetas se bloquean en una configuración orbital multirresonante, lo que ha permitido realizar mediciones precisas de las masas de los planetas y restringir sus composiciones.

Los siete exoplanetas orbitan en resonancia, lo que significa que, aunque cada planeta tarda un tiempo diferente en completar una órbita, las parejas se reúnen regularmente en el mismo punto de partida.

En la nueva investigación, los científicos sostienen que esta danza orbital extrañamente regular no sería posible si esos planetas hubieran sido sometidos a un martilleo excesivo por parte de las rocas espaciales tras su nacimiento en el disco protoplanetario que rodeó a la estrella TRAPPIST-1 hace unos 7.000 millones de años.

“Descubrimos que después de que estos planetas se formaran, no fueron bombardeados por más que una cantidad muy pequeña de cosas”, dijo en un comunicado el astrofísico Sean Raymond, de la Universidad de Burdeos (Francia) y autor principal del estudio.

“Eso es genial. Es una información interesante cuando pensamos en otros aspectos de los planetas del sistema”, añadió Raymond.

Un grupo de investigadores estadounidenses y europeos simularon la evolución del sistema TRAPPIST-1 en un ordenador mientras intentaban averiguar cuántas rocas podrían chocar con esos planetas antes de que su danza orbital sincronizada se viera interrumpida.

“No podemos decir exactamente cuántas cosas chocaron contra cualquiera de estos planetas, pero debido a esta configuración resonante especial, podemos poner un límite superior”, dijo Raymond. “Podemos decir: ‘No puede haber sido más que esto’. Y resulta que ese límite superior es en realidad bastante pequeño”.

El modelo sugiere que los planetas del sistema TRAPPIST-1 deben haberse formado muy pronto y muy rápido, dijeron los científicos en el comunicado.

Según los científicos, comprender la intensidad del bombardeo de las rocas espaciales en las primeras etapas de la vida de un planeta puede ayudar a entender la composición química del mismo.

En el caso de la Tierra, se cree que muchos elementos químicos fueron introducidos por el impacto de cometas, asteroides y meteoritos.

Actualmente, los científicos saben muy poco sobre la composición química del sistema TRAPPIST-1.

“Hoy tenemos algunas limitaciones sobre la composición de estos planetas, como la cantidad de agua que pueden tener”, afirma el astrofísico Andre Izidoro, de la Universidad Rice de Houston y coautor del artículo.

Sin embargo, es posible que estos planetas ya se hayan formado a partir de más hidrógeno y tengan naturalmente más agua que la Tierra.

“Por ejemplo, si uno de estos planetas tiene mucha agua, digamos un 20% de fracción de masa, el agua debe haberse incorporado a los planetas en una fase temprana, durante la fase gaseosa”, dijo Izidoro. “Así que habrá que entender qué tipo de proceso pudo traer esta agua a este planeta”.

Los científicos están ahora a la espera de nuevos observatorios, como el telescopio espacial James Webb y el Extremely Large Telescope, cuyo inicio de operaciones está previsto para 2022 y 2024, respectivamente, para saber cómo encajan las distintas piezas del rompecabezas.

Al final de este rompecabezas, los científicos esperan saber si podría haber vida en alguna de esas Tierras lejanas.

Dan Knight – BLes.com

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