Investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia, (INAH, por su sigla), de México, divulgaron el descubrimiento de un antiquísimo centro ceremonial de la Cultura Maya, radicada originalmente en la península mexicana de Yucatán.
El sitio sagrado se encontró en una cueva llamada “Múusench’een”, ubicada entre dos antiguas ciudades construidas por la etnia Maya, al oriente del estado de Yucatán, y se cree que fue utilizado hace 2.300 años, de acuerdo con Notimex.
Víctor Castillo Borges, quien dirige el proyecto exploratorio, describió el centro ceremonial como integrado por otras 3 edificaciones, que permanecen intactas, dos de los cuales colindan con la caverna, en tanto que la tercera fue construida exactamente encima de la misma.

Por otro lado, en el interior de la cueva hay un cenote, en el que hallaron restos de 5 sepelios, que, al decir de Castillo podrían corresponder a dignatarios importantes de la comunidad.
Los cenotes son pozo naturales formados en terrenos calizos, y que se ubican en cuevas resultantes del derrumbamiento de los techos de las mismas.
En particular el cenote del lugar sagrado era utilizado como fuente de agua pura para los rituales celebrados por los sacerdotes mayas.

“El sitio aún es considerado como un espacio sagrado, los encargados de la exploración y rescate de los entierros tuvimos que celebrar dos ceremonias para ingresar, al mismo tiempo, los trabajadores realizaron durante todos los días un ritual antes de empezar a trabajar dentro de la cueva”, explicó el director del proyecto.
La creencia popular es que al ingresar al lugar se corre el riesgo de contraer el “mal de viento”, por lo que se hacen necesarias los rituales de purificación.
El descubrimiento se hizo en el 2017, en medio de una inspección arqueológica en el territorio que se dedicó a la instalación de una central de energía solar.
La antigüedad del sitio ceremonial se concluyó a partir de las evidencia cerámicas encontradas, que corresponden al período preclásico medio superior, que tuvo lugar alrededor del año 300 a.C.
José Ignacio Hermosa – BLes