José Raúl Rodríguez Rangel (*) para BLes.com

La comunidad internacional, en especial América Latina, se dijo a sí misma: “Cuando despertamos, la dictadura cubana estaba ahí”.

Esa realidad pudo otearse a través de las palabras que pronunciara Luis Almagro, Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), el pasado siete de diciembre en Washington, cuando calificó al régimen de La Habana de “dictadura que se esconde tras la crisis de otros”, y añadió que haría todo a su alcance para que los responsables de crímenes de lesa humanidad causados y alentados por el castrismo “rindan cuentas”.

La Conferencia sobre crímenes contra la persona humana por parte del castrismo, militarismo y torturas, celebrada en la sede de la organización, la primera de varias junto a la Comisión Internacional Justicia Cuba para abordar la situación de los derechos humanos en la Mayor de las Antillas, estuvo centrada en tirar la máscara del régimen cubano, y alcanzar la meta de cero “impunidad” a la camarilla castrista para lo cual adelantó: “Empezamos esta conferencia denunciando y llevando a la superficie los mecanismos de terror y represión que Cuba utiliza contra su propia gente y que exporta silenciosamente al resto de la región”.

Por otra parte, y en la misma plática el Secretario General de la OEA exhortó a “hablar sin miedo sobre los crímenes de lesa humanidad en Cuba” y denunció que, “el mismo miedo que causa Cuba y que utiliza para amedrentar a su propia gente lo utiliza para actuar en la comunidad internacional”.

El secretario general de la OEA, Luis Almagro, habla con reporteros en la sede de la organización en Washington, el jueves 4 de enero de 2018. (AP Foto/Luis Alonso Lugo/Imagen de archivo)

En 1917, durante la Gran Guerra, el senador estadounidense Hiram Johnson declaró que “la primera víctima cuando llega la guerra es la verdad”. América Latina se halla frente a una cruzada irrefrenable de las fuerzas políticas de extrema izquierda que violan los derechos humanos y participan en crímenes de lesa humanidad, tanto en Cuba, como a través de mecanismos de infiltración y espionaje en toda la región.

Hace unos días en La Habana se vieron las caras representantes del “Foro de Sao Paulo”, donde asistieron las fuerzas de izquierdas más representativas del área, de México llegó Morena, con el crédito de haber ganado por amplio margen unas elecciones limpias, también participaron en el cónclave el Partido del Trabajo de Brasil, y los frentes amplios de Costa Rica y Chile, con tradición plural y respetuoso aval democrático, pero a pesar de esta señal y de los incendios de la ola represiva en Cuba-Nicaragua-Venezuela, la “izquierda democrática” sacó pecho por los tiranos, entre los que se encontraban el Partido Comunista de Cuba, el Partido Socialista Unido de Venezuela y el Frente Sandinista.

Tan solo unos días atrás en Nicaragua se gestó un golpe contra la libertad de expresión, cuando al periodista Carlos Fernando Chamorro, director del diario Confidencial, un grupo antidisturbios de la policía sandinista de la capital lo reprimió durante la confiscación de su diario.

La agenda sandinista que versa sobre terrorismo y crímenes de lesa humanidad data de los años 1966, cuando en La Habana se celebró la Conferencia Tricontinental, donde se presentaron 500 militantes de la izquierda mundial y adonde se encontraron las dos filosofías más radicales de la historia reciente, el marxismo-leninismo y el terrorismo.

En la capital cubana esas terribles fuerzas de ejecución de planes a través de la violencia, concertaron sus plataformas políticas en un solo proyecto de hegemonía mundial bajo la sombra de la consigna pronunciada por Ernesto Guevara, “dos, tres, muchos Vietnam” para acabar con el “imperialismo”, léase, con la democracia.

Amparado bajo el paraguas de este tenebroso capítulo impulsado por la Unión Soviética se fundó allí, en los años 1960, la universidad de la Amistad de los Pueblos Patrice Lumumba, donde Daniel Ortega recibió entrenamiento y dinero ruso para llevar a buen puerto sus planes hegemónicos en la región.

El dictador cubano, Fidel Castro, conversa con el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, durante las ceremonias de apertura el viernes 11 de enero de 1985 para una planta procesadora de azúcar en Timal, a 35 kilómetros al este de Managua, Nicaragua. (Foto AP / Arturo Robles)

Para el año de 1969, en Líbano, se encontraban Tomás Borges (enlace de Fidel Castro en Damasco y Beirut) gestionando el terror junto a René Rivas, luego Viceministro del Interior en Managua, Henry Ruiz, más tarde Ministro de Cooperación Externa de Nicaragua, Enrique Schmidt, que después del triunfo sandinista fue ministro de Comunicaciones, y Patrick Argüello, a quién mataron en 1970 durante el intento de secuestro de un avión de El AL, la aerolínea israelí.

En julio de 1980 Yaser Arafat visitó Managua y abrió allí una embajada oficial de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), en junio de 1981 Muamar El Gadafi también realizó una “visita” de cortesía a Daniel Ortega, gesto terrorista que se concretó cuando en mayo de 1983 Ernesto Cardenal fue recibido por el Ayatolá Jomeini en Teherán.

El intento de golpe a la paz en Centroamérica fue protagonizado por Cuba-Nicaragua-Unión Soviética durante la consecución de los planes Diaragén I y II, que significaron aumentar a 600.000 el número de efectivos del ejército “nica” y abrir en Huete una base aérea rusa con capacidad para 12 aviones Mig-21.

Estos planes atentaron contra el Grupo de Contadora y los Acuerdos de Esquípulas I y II, impulsados por Oscar Arias, premio Nobel de la Paz en ese año de 1987, esta ofensiva comunista en Centroamérica estuvo inclinada a expandir el comunismo en la región.

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Actualmente en Venezuela la penetración cubana ronda el número de 46 mil “cooperantes”, entre los que se encuentran 22 mil militares y espías del régimen de La Habana, según palabras del propio Luis Almagro. También allí la libertad de expresión ha sido conculcada, recientemente la edición impresa del diario independiente El Nacional salió de circulación, según Miguel Enrique Otero, presidente editor, a causa de la censura y hostigamiento del régimen de Nicolás Maduro Moro.

Diario 'El Nacional' de Venezuela anuncia fin de su edición impresa
El diario ‘El Nacional’ de Venezuela anunció el fin de su edición impresa

En este sentido numerosos testigos víctimas de la ola represiva en Nicaragua y Venezuela han asegurado que los presos políticos de esos dos regímenes son torturados en las ergástulas comunistas por oficiales operativos con acento cubano, ya el 9 de agosto de 2017 líderes de la oposición cubana al neo-castrismo denunciaron en conferencia de prensa a varios medios independientes de la Isla (Diario de Cuba, Cubanet, CiberCuba) y también internacionales acreditados en La Habana, que “el castrismo ensaya en Venezuela su tecnología represiva”.

En Washington Luis Almagro llamó al cuidado de la democracia en la región, porque “mientras Cuba sea una dictadura, persiguiendo, asesinando, torturando y silenciando a su gente, enseñando a otros de la región a perseguir, a asesinar, a torturar y a silenciar, no podremos tener un hemisferio completamente desprovisto de malas prácticas que afectan la libertad, la democracia y la paz”.

(*) El autor es el representante del Foro Antitotalitario Unido de Cuba (FANTU) en América del Sur.

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