Xiomara Castro aparece con 53, 44 % de los votos frente a 34,01 % de Nasry Asfura en el primer resultado preliminar ofrecido por el CNE, con 16,1 % de las actas

El socialismo acecha a Honduras. El país centroamericano quedaría en manos de Xiomara Castro, la esposa del expresidente izquierdista Manuel Zelaya, que promovió el ideario chavista para seducir a los electores de una nación golpeada por la violencia, la corrupción y el narcotráfico, de mantenerse la ventaja de casi 20 puntos que le adjudica el Consejo Nacional Electoral (CNE) en el primer boletín preliminar dado a conocer con 16,1 % de las actas.

Sería la primera mujer presidente de la nación. La candidata del Partido Libre aparece hasta el momento con 53,44 % de los votos. Su más cercano rival, el oficialista Nasry Asfura, del Partido Nacional, tiene en este primer corte 34,01 %. El candidato liberal Yani Rosenthal estaría consiguiendo 9,23 %. Así lo informó el CNE, que precisó además que la participación fue de 62 % del padrón electoral.

Una crisis migratoria

El vencedor de esta elección tomará las riendas de un país que opera como una máquina para exportar a sus jóvenes. Por violencia, hambre o fenómenos meteorológicos, 200 familias hondureñas piden diariamente asilo en Estados Unidos, y todos los meses retornan 4000 deportados desde territorio estadounidense, México y Guatemala.

Esta rueda de emigración-deportación-emigración, que no contuvo ni la pandemia, le dará la bienvenida al nuevo mandatario, así como el 10,5 % de estancamiento que reporta la economía, los daños no resueltos que dejaron los huracanes Eta e Iota hace un año y los 700.000 nuevos pobres que vaticina el Banco Mundial. Además, desde septiembre de este año, 3.300.000 hondureños –un tercio del país– enfrentan inseguridad alimentaria aguda.

“Reconstruir el tejido institucional de un Estado degradado y parcialmente cooptado por el crimen organizado” será uno de los mayores desafíos del nuevo presidente, afirma Víctor Meza, director del Centro de Documentación en El País. De concretarse su victoria, vale destacar que Castro va por otro lado. Ella propone flexibilizar las leyes sobre el aborto en Honduras y convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para reescribir la constitución, una historia ya vivida en países como Venezuela, y que todos los socialistas que llegan al poder pretenden replicar.

Jornada con temores

La ruta del nuevo presidente está en medio de la tensión que reinó antes y durante de los comicios. Uno de  los candidatos a la presidencia, el excapitán del Ejército, Santos Orellana Rodríguez, tuvo su rostro en la papeleta como independiente, pero no pudo ejercer su derecho, ni su esposa ni suegra tras su detención por los presuntos delitos de lavado de dinero, asocio con bandas criminales, venta ilegal de armas y homicidio.

En Tegucigalpa, la capital, los comercios blindaron sus instalaciones con placas de láminas y otros optaron por maderas en todos sus ventanales ante el historial sangriento de las jornadas electorales en este país, que según el Observatorio Nacional de la Violencia, adscrito a la Universidad Nacional de Honduras, dejó 48 muertos por “violencia electoral” en 2013 y 50 personas fallecidas en 2017.

Este año, la situación empeoró. Los ataques mortales a candidatos y sus seguidores ascienden a más de 60 casos de violencia política. Aún falta saber qué sucederá frente a la incertidumbre de si Juan Orlando Hernández dejará el Palacio José Cecilio del Valle, considerando que un asesor de la Casa Blanca dijo recientemente al New Yorker que, al ser informado sobre el historial del presidente –señalado de colaborar con el narcotráfico en una corte de Nueva York–, la vicepresidente, Kamala Harris, trató de “ir por él ahora”, pero sus asesores le advirtieron que no debía dirigirse a un jefe de Estado. “No está claro si esa vacilación cambiará después de las elecciones”, apunta The Angeles Times. En el tablero, en teoría sus días al mando están en descuento.

Gabriela Moreno – Panampost.com

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