Redacción BLes – La incontestable y espectacular victoria del primer ministro conservador, Boris Johnson, ha sido vista por muchos analistas como la materialización de un sentimiento creciente de hartazgo de los ciudadanos respecto de la narrativa de la élite globalista de izquierdas.
Las pasadas elecciones generales en Reino Unido, que han otorgado al Partido Conservador ‘Tory’ una aplastante ventaja de 80 escaños en el Parlamento Británico, ha sido considerado como un segundo referéndum por el ‘Brexit’, la salida del país anglosajón de la Unión Europea (UE).
Y es que desde que el 23 de junio de 2016, los británicos votaran que querían salir de la UE, los ataques contra ellos han sido despiadados y constantes.
Según el periodista Hugo Gordon, del Washington Examiner, muchos de los británicos que votaron para abandonar la UE lo hicieron porque sintieron que “la oligarquía de Bruselas y su clase dominante aliada de Westminster gobernaban sin prestar atención a las preocupaciones de las personas que no estaban en condiciones de prosperar en una economía globalizada”.
Según Gordon, estas personas no encajaban en el perfil intelectual y por tanto no eran fácilmente receptivas a la ideología progresista: “No son expertas en el conocimiento de los medios de comunicación y no viven muy cerca de Londres y de las grandes universidades”.
Son personas trabajadoras que quieren ver el renacimiento de sus industrias locales y que ven con preocupación el fenómeno de la inmigración masiva y cómo su forma de vida tradicional está desapareciendo sin que nadie les consultara al respecto.
Por estas razones fueron tachados de racistas, xenófobos y reaccionarios, argumenta Gordon, hasta tal punto que muchos de ellos, antes laboristas, se volvieron hacia el Partido Conservador.
En este caldo de cultivo, los laboristas bloquearon durante más de tres años los intentos de cumplir con el mandato de los ciudadanos en las urnas de salir de la UE.
La campaña contra los ‘leavers’ (los que quieren salir de la UE) ha sido tremenda: los europeístas o ‘remainers’ de izquierda insultaron en redes sociales a estas personas como tontos, incultos, ignorantes solo por no estar de acuerdo con ellos.
Finalmente, los británicos han votado, de acuerdo con Gordon, y han rechazado contundentemente a todos aquellos que les despreciaron y ofendieron durante todo este tiempo.
“El partido [laborista] fue rechazado porque su líder y sus políticas eran demasiado izquierdistas y carecían totalmente de interés en las preocupaciones legítimas y las creencias razonables de la gente común”, aseguró Gordon.
Y realmente no es difícil encontrar muchos paralelismos con la situación de Estados Unidos y su presidente conservador, Donald Trump, que celebró con entusiasmo la victoria de Johnson en las urnas.
“¡Felicitaciones a Boris Johnson por su gran victoria! Reino Unido y Estados Unidos ahora serán libres de lograr un nuevo acuerdo comercial masivo después del BREXIT. ¡Este acuerdo tiene el potencial de ser mucho más grande y lucrativo que cualquier acuerdo que se pueda hacer con la UE, Celebremos Boris!”, escribió Trump en Twitter.
El presidente Trump también logró una gran victoria en 2016 en áreas de clase trabajadora en los estados del Rust Belt, áreas que han experimentado un descenso de su actividad industrial en los últimos 20 años.
El proceso de juicio político contra el presidente Trump también está produciendo una gran fractura social en Estados Unidos.
El Partido Demócrata y los altavoces que son los medios de comunicación afines a la izquierda está soliviantando a sus bases de tal manera que se están empezando a ver episodios violentos contra estudiantes, ancianos y personas de a pie de ideología conservadora.
Y el efecto está siendo muy parecido a en Reino Unido: los votantes demócratas están empezando a reprochar a sus líderes la actitud tan negativa hacia el presidente y el desprecio por los problemas reales de los ciudadanos, que están siendo relegados a un segundo plano en beneficio de un acoso y derribo contra el presidente a toda costa.
Por otro lado, si bien el presidente Trump no tenía al principio de su mandato el apoyo incondicional de todos los miembros de su partido, este proceso de destitución ha logrado que los republicanos cierren filas en torno al presidente.
Esta lealtad sin fisuras ha dejado muy sorprendidos a los ‘Never Trumpers’ [anti-Trump] y si todo continúa por este camino, parece inevitable una aplastante victoria de Donald Trump en 2020.
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