El presidente de los Estados Unidos se ve cada vez más acorralado por los datos de inflación, que cerró en su nivel más alto desde 1982. Biden minimizó el problema y aseguró que su masivo programa de gasto público bajará la inflación.

La Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos anunció que, solamente en el mes de noviembre, los precios minoristas aumentaron un 0,8%. La inflación interanual llegó al 6,8% y fue la más alta que haya registrado en el país desde 1982.

Lejos de ser un problema transitorio, la inflación en Estados Unidos parece que llegó para quedarse. El presidente Joe Biden no aceptó la realidad, y concluyó sin ninguna mesura que los datos de la inflación “no reflejan la realidad actual” e intentó minimizar el que probablemente sea el problema coyuntural que más preocupa a las familias norteamericanas.

Biden debió resignar sus propios dichos a principios del año, cuando aseguraba que la inflación comenzaría a ceder a partir del segundo semestre y volvería a los niveles de 2019. Las críticas a la administración demócrata derrumbaron la aprobación del Presidente. La imagen positiva del Joe Biden pasó del 57% en enero a 42% en noviembre.

Incluso dentro del Partido Demócrata, los sectores más moderados y fiscalmente responsables criticaron el rumbo económico y la falta de respuestas por parte de la administración actual. El economista e histórico funcionario de Bill Clinton, Lawrence Summers, fue una de las voces que alertó sobre los peligros de la inflación desde un primer momento y a pesar de todas las críticas que recibió por miembros de su propio espacio político.

Summers advirtió a comienzos del año que el programa inicial de Biden, focalizado en expandir los cheques familiares por la pandemia, tendría un impacto sumamente negativo en términos inflacionarios, recalentado la economía a un nivel poco convencional.

Si bien el economista no cuestionó la necesidad de modernizar la infraestructura de los Estados Unidos, siendo que la inversión en infraestructura es generalmente efectiva en a la literatura moderna, sí alertó sobre la dramática y exagerada magnitud del programa fiscal presentado por Biden, vinculándolo en última instancia como la causa principal del alza inflacionaria.

Explicó que la inflación seguirá en altos niveles en 2022 y en 2023, comparando la situación a la que vivió Estados Unidos entre 1967 y 1970. Además, precisó que el programa Build Back Better tendrá efectos inflacionarios en los próximos años, aunque no así a largo plazo. Summers aseguró públicamente que, de ser Senador, votaría por el proyecto pero no con las dimensiones que actualmente pretenden ser aprobadas por los demócratas.

Desde el punto de vista de los republicanos y opositores a Biden, numerosos economistas liberales coincidieron en muchos puntos con los diagnósticos de Larry Summers. El economista John B. Taylor asegura que, nuevamente, el estímulo fiscal en Estados Unidos fue un fracaso y no consiguió modificar la trayectoria del consumo como pretendía.

Robert Barro, otro de los más importantes e influyentes economistas de Estados Unidos, también apuntó contra los estímulos fiscales, y estimó que volverán a fracasar como ya fracasaron en 2009 bajo la administración Obama.

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