Una cría puede costar 1800 dólares a quienes quieran tenerlos como mascotas. Pero al crecer se tornan especialmente peligrosas, por eso hace poco una organización comenzó una esterilización masiva

Grandes, pesados, con aspecto amigable pero violentos si alguien osa entrar en su territorio. La especie se multiplicó desde 1983 cuando Pablo Escobar los traficó hasta Colombia para que vivieran en su zoológico privado en la Hacienda Nápoles, en el municipio Doradal a unos 150 kilómetros de Medellín. Casi 40 años después, luego de la muerte del narcotraficante, los hipopótamos se multiplicaron por la zona y algunos se han aventurado a venderlos como mascota o atracción.

Escobar había llevado hasta su finca un macho y cuatro hembras. Pero el número se multiplicó. A mediados de noviembre el Ministerio de Ambiente inició un censo para poner un número exacto, sin embargo las estimaciones son de un centenar de hipopótamos. Dentro de 15 años el número de hipopótamos en Colombia podría llegar a 1400 según la revista Biological Conservation.

El escenario sería normal en África, porque la especie es autóctona en aquellas tierras. Pero en Colombia la realidad se ha distorsionado y los hipopótamos son vendidos ilegalmente como mascotas. En 2018 ya había rumores de la práctica. Una cría fue capturada en el municipio de Puerto Nare para venderla en los Llanos Orientales. La Ley 1333 de 2009, estipula sanciones hasta por 5000 salarios mínimos mensuales legales vigentes. Mientras que la Ley 599 del 2000 establece penas de privación de la libertad a quienes trafiquen con fauna silvestre.

1.800 dólares

Tres años después, el comercio parece seguir vigente. Por siete millones de pesos colombianos (casi 1800 dólares) un traficante vendía una hipopótamo bebé en Doradal. El comprador terminó cancelando la transacción y ahora busca a algún interesando en el animal.

Según el vendedor, que le quitó la cría a su madre a orillas de un lago, esos parajes de grandes haciendas y excéntricos dueños «siempre va a haber alguien que va a querer uno», relató Mongabay, portal que publicó una investigación sobre el tema.

Si la venta se concreta, sería una ganancia astronómica para el hombre en una zona donde el sueldo mínimo (234 dólares) es un privilegio. Mientras tanto, el hipopótamo está en la casa del vendedor, ubicada entre laberintos de charcos y vegetación. «Campanita», como lo bautizó la hija del traficante, sale de bajo de la cama con sus 40 kilos de peso.

El anterior hipopótamo fue vendido en marzo por seis millones de pesos (1540 dólares) y duró tres meses en el hogar. Al parecer el dueño era un hacendado que pagó todos los gastos de comida mientras la cría estuvo en la vivienda del traficante. También cubrió los gastos veterinarios y 200.000 pesos mensuales (unos 50 dólares) extras por el cuidado, indicó la nota.

A «Campanita» solo han querido alquilarla en un balneario por 500.000 pesos diarios (unos 126 dólares), pero el vendedor teme que se corra la voz con fotos y videos de los turistas y llamar la atención de las autoridades.

500 muertes al año

La Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare (Cornare) ha denunciado la venta ilegal y asegura que las autoridades no lo han solucionado. El problema radica en que al crecer, la especie se torna violenta. Los hipopótamos son responsables de 500 muertes al año en África según Science Alert. Quienes los cazan en Colombia también han sufrido las consecuencias físicas.

Al no ser una especie autóctona de Colombia, los hipopótamos se multiplican por no tener depredadores y generan daños en el ecosistema colombiano. Por esto una posible solución es esterilizarlos. En días recientes Cornare comenzó a aplicarles GonaCon, una vacuna anticonceptiva que solo se fabrica en EE. UU., fue adquirido tras conversaciones con la Agencia de Salud Animal, instancia del Departamento de Agricultura de EE. UU. Con la medida se busca disipar la idea de fusilarlos, actividad autorizada en 2009 por el gobierno colombiano.

Los habitantes, dicen no estar molestos con la presencia de los grandes animales, que lamentablemente siguen siendo víctimas del mayor narcotraficante colombiano incluso luego de su muerte.

Oriana Rivas – Panampost.com

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